viernes, diciembre 6HOLA VALLE DE UCO

«Haber dejado todo en Argentina para que nos pase esto»


Laura no se atreve a entrar. Mira desde afuera pero no. No entra. Está aferrada a una escalera de aluminio, lo único que rescató de la cafetería que inauguró hace apenas seis meses con su hermana, Bárbara, en la Plaza de Xúquer, uno de los rincones más vitales de Paiporta, el municipio valenciano en el que, hasta ahora, murieron 62 vecinos por el desborde del barranco que trajo la DANA.

“En mayo pusimos la cafetería que era un proyecto familiar, para que todos tuviéramos trabajo”, cuenta Laura Santoro, una rosarina que vino a España hace un año y medio y, de a poquito, fue trayendo con su hermana al resto de la familia.

En agosto llegaron sus hijos, de 19 y 14 años. El más chico va a la escuela, que también quedó destrozada. Aún no se sabe cuándo podrán retomar las clases.

Las hermanas argentinas Bárbara (izq.) y Laura (der.) Santoro frente a su bar en Paiporta, a 10 kilómetros de la ciudad Valencia.
Foto: Cézaro De LucaLas hermanas argentinas Bárbara (izq.) y Laura (der.) Santoro frente a su bar en Paiporta, a 10 kilómetros de la ciudad Valencia.
Foto: Cézaro De Luca

Pero desde el martes 29, desde que el aluvión, impiadoso y voraz, se devoró la máquina del café, los mostradores y la decoración, hizo añicos el blindex y enrolló la persiana metálica como si fuera de papel, Laura no volvió a poner un pie en el local.

“No es seguro. Abajo de la cafetería hay dos pisos de estacionamiento”, dice. Teme un derrumbe.

“Ahora urge quitar el agua de los garajes subterráneos”, pide Laura junto al resto de sus vecinos. “Llevan tres días inundados, puede haber riesgo de grietas en los cimientos por la acción de la humedad”, asegura. En algunas de las otras localidades devastadas por el temporal desalojaron a algunos vecinos por temor a que las estructuras de sus viviendas cedan y se desmoronen.

Desastres de las inundaciones en Paiporta, la localidad valenciana donde más vecinos murieron. 
Foto: Cézaro De Luca Desastres de las inundaciones en Paiporta, la localidad valenciana donde más vecinos murieron.
Foto: Cézaro De Luca

En la puerta de la cafetería Jijonenca que tenían Laura y Bárbara brota agua de una alcantarilla. Hay gente que asegura que en esos subsuelos aún hay cuerpos de vecinos que quedaron encerrados en sus autos.

“Sé que el Estado, el gobierno, el consorcio del seguro se van a hacer cargo de un montón de cosas pero es mucho sacrificio haber dejado todo para que nos pase esto. Es una causa natural, impensable”, dice Laura con la voz quebrada.

Con los pies embarrados, ella y su hermana se van sorprendiendo a medida que descubren dónde fueron a parar las mesas, las sillas y las plantas que tenían en la cafetería. Todo está enlodado. Irreconocible.

Laura barre con la mirada la cafetería de la que sólo queda el horario pegado en una columna de la entrada. Busca aquella maceta que le habían regalado en señal de buen augurio para la inauguración.

“Teníamos dos freezers, para los helados, que aparecieron flotando a cuatro cuadras de aquí”, cuentan. Bárbara se acerca a uno de los congeladores. “Mirá, quedaron adentro los helados y los churros”, dice, más abatida que sorprendida.

Las Santoro se habían comprado un autito con el que hacían horas extra. “Apenas reconocimos la patente entre una pila de coches que quedaron destrozados donde lo estacionábamos”, cuentan.

“Mi hija y el papá estaban trabajando a la hora en la empezó a crecer el río”, recuerda Laura, que el martes 29 estaba en la ciudad de Valencia y no pudo regresar a Paiporta.

Bárbara muestra, en su celular, videos cronometrados de cómo el agua avanzó en menos de dos horas. ¿Y la alerta que el gobierno regional mandó por celular a todos los vecinos? “Fue una vergüenza -lamenta Bárbara-. La alerta llegó cuando ya había dos metros de agua.”

La comunidad argentina en Valencia se está movilizando. Hay grupos de Facebook y de whatsapp que suelen organizar salidas y planes para nostálgicos y que, en estos días trágicos, se hermanan más que nunca.

Este viernes, a las Santoro las vinieron a visitar y a traerles comida cinco amigas desde Valencia, que caminaron durante más de una hora, y otra compatriota marplatense, Mariana de Avila, desde Picanya, una localidad pegada a Paiporta que también fue arrasada por la riada.

“Nos traen de todo. Esta noche comemos milanesas”, dice Laura.



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