Israel recrudeció este domingo la ofensiva sobre Gaza con ataques sobre medio millar de objetivos de la organización fundamentalista Hamas, como parte de la nueva etapa de la guerra anunciada por el gobierno un día antes y que incluye amplias divisiones de infantería desplegadas en el territorio.
Al mismo tiempo, en medio de una creciente preocupación mundial y furia en el vecindario musulmán en la región, los aviones israelíes descargaron toneladas de bombas en cercanías del hospital más grande de Gaza, atosigado de pacientes y palestinos a la deriva en medio de la crisis que se refugian en sus instalaciones suponiendo que les brindan cierta seguridad.
El argumento de las fuerzas militares es que por debajo del edifico del centro médico Al Shifa se encuentran cuarteles subterráneos del grupo ultraislámico que el 7de octubre pasado mató a más de 1.400 civiles israelíes en una masacre sin precedentes que disparó la actual guerra. En ese mismo asalto, tomaron más de 220 rehenes que mantienen en los túneles de la Franja para intentar canjearlos por presos de la organización en las cárceles de Israel.
Según testigos citados por periodistas desde el lugar, los nuevos ataques aéreos destruyeron la mayoría de las rutas que llevan al hospital de Shifa, que se encuentra en el norte más afectado por la guerra y que no ha podido ser evacuado por la situación delicada de sus pacientes.
El Ejército cifró en más de 450 los blancos golpeados durante la noche, el momento de mayor movimiento de sus fuerzas terrestres debido a que durante el día los blindados son más visibles. Entre los blancos atacados hay puestos de observación y posiciones de tiro antitanque de Hamas. Las acciones incluyeron combates con escuadrones del grupo terrorista que enfrentaron a los soldados e intentaron lanzar misiles antitanque.
Un oficial y un soldado israelíes resultaron heridos en estas refriegas, el primero impactado por el disparo de un mortero. También se bombardeo el sur de la Franja, supuestamente a salvo de los ataques. .
La ofensiva terrestre acompañada de una extraordinaria actividad aérea, que el fin de semana movilizó cuadrillas de hasta un centenar de bombarderos sobre el minúsculo territorio de la Franja, fue decido según analistas en medio de un intenso debate político cruzado de varios argumentos.
El gobierno de Benjamín Netanyahu está presionado por sus aliados ultranacionalistas para tomar la Franja en la idea de eliminar totalmente al grupo fundamentalista. Pero también operó en la decisión cierto escepticismo que ha crecido aquí respecto a la eventual liberación de los rehenes.
Hasta fines de la semana pasada se suponía que al menos medio centenar de esos prisioneros serían devueltos por la mediación de Qatar, pero esas gestiones no avanzaron con claridad. Sin embargo la dirección de Hamas ha planteado que están dispuestos a un cese del fuego y entregar todos los rehenes incluyendo los cadáveres de los que murieron por los bombardeos –serían 50 según los informes del grupo fundamentalista- a cambio de la totalidad de los presos de la organización. Israel por el momento rechazó esa propuesta como una «trampa psicológica».
El riesgo de la extensión de la guerra es el de una escalada geométrica de las bajas civiles en la Franja. Suman más de 7.700 los muertos y casi 19.000 heridos. Con el agravante de un escenario de total indigencia, sin energía, alimentos y agua suficientes y los centros médicos abarrotados y carentes de elementos básicos.
En las últimas horas se restauraron las comunicaciones en la Franja que había bloqueado Israel en una medida que causó enorme polémica debido a que impedía los llamados telefónicos de las familias entre si para determinar su situación, el uso de internet, la vinculación de las ambulancias con sus centrales y, muy crucial en este escenario, la información de los periodistas desde el lugar.
Este complejo trasfondo ha encendido una protesta generalizada en Oriente Medio y capitales de Occidente en demanda del cese de los bombardeos. También, una creciente tensión en el territorio palestino ocupado de Cisjordania donde en las últimas hora hubo tres personas muertas por fuego real a manos de la milicia israelí desafiada en manifestaciones y lanzamiento de piedras contra los ataques en Gaza.
El gobierno israelí ha reclamado que los habitantes del norte del territorio de Gaza se desplacen hacia el sur buscando áreas que supuestamente no serian bombardeadas e incentivando la posibilidad de que haya un masivo éxodo hacia Egipto por el paso de Rafah. El Cairo se niega a ese procedimiento que la dirigencia palestina considera una trampa para vaciar a la Franja de sus habitantes originales y ancestrales.
Para una población que ya está compuesta en gran parte por refugiados que huyeron o fueron expulsados cuando se fundó Israel tras la partición del protectorado británico formado con el territorio de la provincia palestina del imperio otomano, la idea de otro éxodo masivo evoca recuerdos de los traumáticos acontecimientos de 1947, que los palestinos llaman Naqba, la tragedia.
«Huir significa un billete de ida, no significa volver», le dijo a la BBC Diana Buttu, ex vocera de la Organización para la Liberación de Palestina. Pero la intención parece fuerte del lado de Israel. Giora Eiland, ex jefa del Consejo de Seguridad Nacional de este país, comentó que la única manera de que Israel cumpla sus objetivos militares sin causar más muertes de civiles inocentes, es que la gente se marcha de Gaza. «Deberían cruzar la frontera con Egipto de forma temporal… o permanente», dijo.
Netanyahu habia anunciado el sábado en un discurso al país que la ofensiva sobre la Franja será “dura y larga” y que la intención es suprimir a la organización ultraislámica. Pero los analistas y expertos sostienen que ese objetivo es solo retórico por el fuerte enraizamiento de ese grupo en la sociedad de Gaza. Sin embargo si se considera posible descabezar a Hamas, reduciendo exponencialmente sus capacidades.
Un dato evidente en ese propósito es que el grupo, que se ha ido fanatizando en las últimas épocas, no parece que vaya a contar con ayuda directa de sus aliados en Irán o de Líbano, con la milicia de Hezbollah. Ese organización, la más fuerte y organizada de la región, ha dado a conocer que han hecho ya lo suficiente en la frontera norte con Israel donde en numerosas escaramuzas han perdido a medio centenar de sus combatientes.
Desde Irán, entre tanto, también hay una clara distancia. El responsable del comité nacional de seguridad en el Parlamento, señaló recientemente que “estamos en contacto con nuestros amigos de Hamas, de la Jihad Islámica y Hezbollah y su posición es que no esperan que llevemos a cabo operaciones militares».
Una razón es que la potencia persa es renuente a sacrificar a su milicia libanesa en “el altar de Hamas” como sintetizó esta semana un analista en Haaretz, pero también tiene intereses que defender por encima de esta crisis, entre ellos sus alianzas indirectas con Occidente para la reducción de las sanciones y adicionalmente, su vínculo diplomático en marcha con Arabia Saudita..