Pintura roja deteriorada, manómetros y manivelas por el suelo. Como otros cientos de miles, este pozo de petróleo en el oeste de Canadá no funciona desde hace décadas sin que jamás se haya sellado.
La mayoría de estos pequeños pozos, a menudo excavados hasta cientos de metros bajo la superficie en busca de yacimientos de petróleo y de gas en la provincia de Alberta «se erosionan y degradan», explica el activista Regan Boychuk.
Hoy constituyen una bomba de tiempo ecológica en Canadá donde el petróleo y el gas siguen siendo reyes al generar cerca de 600.000 empleos.
«Cada uno debe ser manejado y vigilado a perpetuidad, por el riesgo de fugas» de gas, pero también de petróleo en las aguas subterráneas cercanas, añade el fundador de Reclaim Alberta, un grupo que aboga por el cierre de dichos pozos.
Aún más preocupante, estos pozos siguen emitiendo un gas de efecto invernadero muy potente: el metano.
En un periodo de 20 años, tiene «86 veces más impacto que una molécula de dióxido de carbono», señala la especialista en el tema Mary Kang, de la universidad de McGill.
Y es una fuente de contaminación posiblemente «subestimada» y que «tiene un rango de incertidumbre mucho mayor en comparación con otras fuentes de emisión de metano», añade.
Más de 120 mil pozos abiertos
Más de 120.000 pozos están inactivos y sin sellar en Alberta y Saskatchewan, las dos provincias que albergan el 91% de los pozos canadienses, según un informe federal de 2022.
En total, estas instalaciones han emitido 16.000 toneladas de metano por año durante un siglo -equivalentes a 545.000 toneladas de dióxido de carbono-, las emisiones anuales de unos 237.000 vehículos.
La mayoría de los pozos fueron construidos en algún momento entre la década de 1860 -al inicio del auge petrolero- hasta finales de los años 1940, algunos ni siquiera tienen registro en un país que ocupa el cuarto lugar del mundo en reservas probadas de petróleo.
Pero luego de décadas de expansión, los pozos inactivos se multiplicaron en la década de 2010, sobre todo luego de la caída del precio del barril, en 2014.
«Quien contamina paga»
Bajo el principio de que «quien contamina paga» contemplado en la ley canadiense, las compañías petroleras y de gas deben hacerse cargo de sellar los pozos y de la limpieza de las áreas circundantes, pero ninguna ley fija el plazo para hacerlo.
Por tanto, aplazan de forma indefinida los trabajos de saneamiento, denuncian grupos ecologistas.
Para las compañías es mucho menos costoso pagar un arriendo al propietario del terreno -incluso si está inactivo-, que financiar la limpieza necesaria que cuesta miles de dólares.
Pozos huérfanos
Otro caso es que algunos pozos quedan «huérfanos» cuando la empresa que los administra entra en quiebra, un dolor de cabeza para las autoridades.
En el lapso de 10 años, la provincia de Alberta ha visto dispararse el número de pozos abandonados al pasar de 700 en 2010 a cerca de 10.000 en 2023.
Ottawa estima que el costo de la limpieza de estos pozos se triplicará en cinco años al alcanzar por lo menos 1.100 millones de dólares canadienses (unos 833 millones de dólares estadounidenses) en 2025.
La asociación de pozos abandonados de Alberta, financiada mayoritariamente por empresas petroleras, afirma estar en capacidad de limpiarlos todos en un periodo de entre 10 y 12 años.
Albert Hummel, agricultor y ganadero del sur de Alberta, tenía siete pozos abandonados en sus tierras. Cinco de ellos fueron cerrados pero aún quedan dos por limpiar.
«Es un proceso largo que toma tiempo», explica el agricultor, que además perdió los ingresos de los arriendos recibidos por estos pozos desde que la compañía petrolera que los explotaba quebró en 2019.
Cuando el suelo está contaminado hay que dejar pasar varias décadas para que los contaminantes se evaporen antes que los trabajos puedan comenzar.
Una vez descontaminados, hay que sellar los pozos con una capa de cemento y restaurar el sitio a su estado original. Cada capa de suelo se vuelve a poner en su lugar y se nivela el terreno.
Instalados en la mitad de uno de esos campos, los restos de un pozo de petróleo impide todavía a Albert Hummel trabajar. Es una «pérdida de producción», dice amargamente al señalar los caños que salen del suelo.
Para amortiguar esta pérdida una pequeña empresa propone instalar paneles solares en espera de los trabajos de limpieza.
«Esto da un poco de tiempo para que los contaminantes se evaporen, al tiempo que se produce energía renovable» cuyos ingresos van al propietario rentista, explica Daryl Bennett de la compañía RenuWell, al señalar los postes eléctricos que pueden reciclarse.
Aunque estas soluciones son una gota en el océano de los sitios contaminados.
«Las emisiones de efecto invernadero provenientes de estas infraestructuras heredadas del pasado no desaparecen», indica Mary Kang. «Todavía se requiere gestionarlas por décadas«.
El autor es periodista de AFP
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