A partir de una cita del Evangelio, reflexionó sobre saber «hacerse a un lado, aprender a despedirse». Una respuesta a la ofensiva en su contra lanzada por el secretario de Benedicto XVI, Georg Gänswein.
El Papa Francisco apeló este domingo al más puro estilo eclesiástico para responder a la ofensiva en su contra que lanzó en los últimos días, cuando todavía estaban velando a Benedicto XVI, el secretario de éste, el arzobispo también alemán Georg Gänswein.
A partir del Evangelio del día –que evoca el pasaje en el que el apóstol Juan se hace a un lado y le deja el sitio a Jesús-, el Pontífice habló de la importancia de “la libertad respecto a los apegos” y de la importancia de “hacernos a un lado en el momento oportuno”.
Tras la muerte de Benedicto XVI se conocieron declaraciones periodísticas y el anticipo de un libro de memorias de su secretario en las que, entre otras cosas, dice que fue un golpe para él que Francisco hace dos años lo haya relevado de su función como prefecto de la Casa Pontificia –algo así como el jefe de las audiencias, el ceremonial y el protocolo- para cuidar al Papa emérito, y sostuvo que fue un dolor grande para Joseph Ratzinger que su sucesor restringa severamente la misa en latín.
Gänswein descendió a cosas menores, como revelar que cuando Francisco dijo al destacar su buena convivencia con Benedicto XVI que era “como tener al abuelo en casa”, Ratzinger (como era solo nueve años mayor que Bergoglio) consideró que en realidad debió decir “como tener al hermano mayor”.
Cuentan que el secretario de Benedicto XVI, tras ser recibido esta semana por Francisco (aunque el contenido de lo hablado no trascendió), intentó detener sin éxito la publicación del libro.
Lo cierto es que sus afirmaciones no cayeron bien en la Iglesia, aun en sectores conservadores que cuestionan a Francisco, por considerar que fueron apresuradas.
Y que fueron aprovechadas por quienes no quieren nada al Papa argentino. Incluso trascendió un supuesto documento del cardenal Pell, recientemente fallecido, en el que dice que el papado de Francisco “es un desastre”.
Francisco no abrió la boca, hasta este domingo, en que lo hizo de un modo muy elíptico, pero que en la Iglesia todos entendieron.
«Nos hará bien cultivar, como Juan, la virtud del hacernos a un lado en el momento oportuno, testimoniando que el punto de referencia de la vida es Jesús. Hacerse a un lado, aprender a despedirse: he cumplido esta misión, he realizado este encuentro, me hago a un lado y dejo sitio al Señor. Aprender a hacerse a un lado, no pretender algo a cambio para nosotros», fue la frase del Papa que hizo ruido, ya que algunos la interpretaron como autorreferencial.
Pero en realidad dejó en claro que no era el momento para la crítica y, menos, para empañar un vínculo entre un Papa en funciones y otro retirado que fue muy respetuoso.