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Pedro Castillo fue destituido como presidente de Perú y terminó preso tras intentar un autogolpe de Estado que duró dos horas


En la mañana de este miércoles el ex presidente Pedro Castillo disolvió el Congreso, dispuso un estado de excepción y ordenó el toque de queda, en un intento por evitar que en la tarde del mismo día, el Poder Legislativo lo destituya por presuntos actos de corrupción.

Sin embargo, Castillo, quien asumió funciones el 28 de julio de 2021 como el primer jefe de Estado izquierdista del Perú, calculó muy mal. Los jefes militares no apoyaron su decisión, sus ministros renunciaron masivamente y con una mayoría de 101 votos, 6 en contra y 10 abstenciones, el Congreso lo destituyó por incapacidad moral.

En menos de una década, el Perú ha tenido 4 gobiernos inconclusos: Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018), Martín Vizcarra (2018-2020), Manuel Merino (2020) y ahora Pedro Castillo: un año y poco más de 4 meses.

Desde que Castillo inició su gobierno el 28 de julio de 2021, los grupos de derecha que perdieron las elecciones, encabezados por Keiko Fujimori, desataron una campaña para denunciar un falso fraude electoral.

El Congreso

Como no funcionó, desde el Congreso las bancadas opositoras emprendieron un primer intento de destitución el 7 de diciembre de 2021, y el segundo el 29 de marzo de este año. Fracasaron.

Sin embargo, paralelamente, la Fiscalía de la Nación inició la investigación de presuntos actos de corrupción en los que estaba involucrado el mismo presidente Castillo, miembros de su gabinete y miembros de su familia.

La presidenta de Perú, Dina Boluarte saluda durante su ceremonia de juramentación. Foto Xinhua


La presidenta de Perú, Dina Boluarte saluda durante su ceremonia de juramentación. Foto Xinhua

Conforme las autoridades comenzaron a detener a algunos de los implicados, algunos decidieron colaborar con la justicia y a revelar la existencia de pagos de sobornos, incluyendo al jefe de Estado.

Pero no aparecía ningún testigo que admitiera haber entregado dinero al mismo presidente Castillo.

La semana pasada una empresaria inmobiliaria finalmente confesó haber pagado 4 millones de soles (un poco más de un millón de dólares) al exjefe de asesores del Ministerio de Vivienda, Salatiel Marrufo, integrante de un grupo de paisanos y amigos íntimos del presidente Castillo conocido como “Gabinete en la sombra”.

Encontrándose preso, Salatiel Marrufo se rindió ante las autoridades y dijo que estaba dispuesto a reconocer los delitos que cometió y a confesar actos de corrupción. Marrufo confirmó a la fiscalía que una parte del soborno (100 mil soles, aproximadamente 26 mil dólares) se lo entregó en efectivo al presidente Castillo.

Marrufo también reveló que entregó 1 millón de soles (más de 260 mil dólares) a pedido del jefe de Estado para pagar a 20 congresistas con el propósito de que voten contra la destitución presidencial del 7 de diciembre.

Como si se tratara de un guion perfectamente elaborado, la Comisión de Fiscalización del Congreso convocó al testigo Salatiel Marrufo para que relatara los pagos de sobornos a Pedro Castillo, justo el mismo día miércoles en la mañana, a pocas horas del debate sobre la nueva petición de destitución del jefe de Estado por presuntos actos de corrupción.

Luego todo fue muy rápido. A las 9 y 40 de la mañana Marrufo inició su confesión, a las 11 y 40 el presidente dirigió el mensaje a la nación anunciando la disolución al Congreso, la reorganización del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, la Junta Nacional de Justicia y la Fiscalía de la Nación. E impuso el Estado de Excepción y el toque de queda.

Pedro Castillo detenido.


Pedro Castillo detenido.

Sin apoyo

A esa hora, Castillo no contaba con el respaldo de las Fuerzas Armadas ni de la Policía Nacional, todo indicaba que apelaba a que la gente saliera a las calles porque, según las encuestas, el Congreso es la institución más despreciada.

Sin embargo, en lugar de apoyo popular, las redes sociales se inundaron con la renuncia de los ministros, lo que implicaba que Castillo ni siquiera tenía el respaldo de su gabinete.

Casi simultáneamente, el presidente del Congreso, el general del Ejército en retiro José Williams, un héroe de la lucha contra el terrorismo, reaccionó rápido. A las 13 horas, propuso vacar o destituir al presidente Castillo por incapacidad moral. Y a las 13 y 50, la votación fue a favor con 101 votos.

Castillo, que había salido de Palacio de Gobierno junto con su familia a las 13 y 40, poco después, a las 14 y 10, es detenido por orden de la Policía Nacional cuando se dirigía hacia la embajada de México. Las autoridades policiales intervinieron porque las autoridades de los diferentes poderes alegaban que Castillo había violado la Constitución.

Un reducido grupo de seguidores de Pedro Castillo se enfrentó este miércoles con la Policía frente a la Prefectura de Lima, donde permanece detenido el ex presidente. Foto EFE


Un reducido grupo de seguidores de Pedro Castillo se enfrentó este miércoles con la Policía frente a la Prefectura de Lima, donde permanece detenido el ex presidente. Foto EFE

La fiscal de la Nación, Patricia Benavides, llegó hasta el cuartel policial donde se encuentra detenido Castillo. Benavides fue quien pidió al Congreso investigar a Castillo como líder de una organización criminal. Irónicamente este miércoles fue la encargada de comunicarle que enfrenta un caso de delito de rebelión, que tiene una pena de entre 10 y 20 años de cárcel.

Pedro Castillo, un profesor de primaria de provincia, lanzado como candidato por un partido de provincia, Perú Libre, y convertido en el primer presidente de izquierda elegido en la historia del país, además del caso de rebelión, también afrontará graves acusaciones de corrupción.

A diferencia del último golpe de Estado de Alberto Fujimori del 5 de abril de 1992, que contaba con el férreo respaldo de las Fuerzas Armadas, y del Servicio de Inteligencia Nacional conducido en la sombra por el “monje en la sombra”, Vladimiro Montesinos; Castillo no contaba con el respaldo de los militares. Y la Dirección de Inteligencia Nacional (que reemplazó al SIN), es un verdadero desastre.

Su primera vicepresidenta, Dina Boluarte, una abogada de provincias que siempre lo apoyó, sepultó cualquier ilusión de adhesión a lo que quedaba del gobierno de Castillo.

Incluso antes de la destitución, Boluarte condenó enérgicamente el golpe y dejó la puerta abierta al Congreso para que la ungiera como la primera presidenta del Perú, en reemplazo de quien fuera el primer jefe de Estado de izquierda del país. Pero no se sabe cuánto tiempo va a durar Boluarte. En el Perú, nunca se sabe.

PB

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