Viaja este sábado a Portacomaro para festejar el cumpleaños de una de ellos. Habrá asado, bagna cauda y budín de chocolate.
El papa Francisco pasará este fin de semana en Asti, en la norteña región italiana de Piamonte, para reunirse con sus primos segundos y celebrar el 90 cumpleaños de su prima Carla Rabezzana en un inédito viaje familiar a la tierra de sus abuelos.
En el pueblecito de Portacomaro, en la provincia de Asti y donde vive desde 2015, tras enviudar, Carla Rabezzana prepara desde hace días la llegada de su primo «Giorgio», como llaman a Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, que llegará este sábado para celebrar su 90 cumpleaños, que fue el 8 de noviembre.
El pontífice es hijo de Mario Bergoglio, primo hermano de su madre Inés, y a esta comida familiar también se unirán otros cinco primos y sus familias que viajarán desde Turín, Vaglierano y Tigliole, todas ciudades del Piamonte.
«Hace tiempo que quería pasar unas horas con mis familiares en los lugares de mi familia. Antes de ser papa iba a menudo a la zona de Asti, era una costumbre: cuando llegaba a Roma como provincial de los jesuitas de Argentina, o como arzobispo para participar en algún sínodo», explica Francisco en una entrevista, este viernes, en el diario turinés «La Stampa».
Y agrega: «En cada ocasión me pasaba por Piamonte para ver a los primos de mi padre. Con la prima mayor, Carla, a menudo hablamos por teléfono. Mañana (por el sábado) nos encontraremos junto con otros cinco primos, y esto me llena de alegría«.
«Bagna cauda»
Francisco espera que su prima le prepare la famosa «bagna cauda», uno de sus platos preferidos del Piamonte, una especie de salsa a base de ajo y anchoas que se consume con verduras.
«Para la comida del sábado, los otros primos y yo prepararemos algo de carne asada y muchas verduras, él las come mucho, sobre todo ahora, y luego el bonet, el budín a base de cacao típico de la cocina piamontesa. Comeremos la torta de cumpleaños el domingo, en el almuerzo con el obispo, después de la misa», revela Carla a los medios vaticanos.
Explica que con el papa habla a menudo «en piamontés, porque está muy apegado a esta tierra, que considera suya, no sólo de sus padres, y entiende muy bien el dialecto, pues sus abuelos hablaban sólo dialecto».
«Le preguntaré por su rodilla»
«Lo abrazaré en primer lugar, porque no nos vemos desde hace tres años, desde finales de 2019, antes de la pandemia, cuando fui con mi familia al Vaticano. Y luego charlaremos, como hacemos al menos una vez al mes por teléfono, como parientes que se quieren. Le preguntaré por su rodilla, que ahora le duele. Me cuenta esto cuando hablamos por teléfono», añade Rabezzana.
El sábado, Francisco permanecerá toda la tarde con sus familiares en un encuentro totalmente privado, mientras que el día siguiente, 20 de noviembre, cuando se celebra la festividad de Cristo Rey, presidirá a las la misa en la catedral de Asti para «abrazar a la comunidad local de la que partieron sus padres para emigrar a Argentina», explican desde la diócesis.
En junio de 2015, había estado de visita oficial en Turín y también en esa ocasión pudo abrazar a su familia.
El árbol genealógico
Pero desde su elección en 2013, el ayuntamiento de Asti ha pedido insistentemente al Papa que regresase a la tierra de sus abuelos con invitaciones tan originales como una botella de Grignolino, el vino local, con una etiqueta especial: «Ast t’aspeta a bras duert» (Asti te espera con los brazos abiertos).
Según el árbol genealógico del pontífice reconstruido por el Ayuntamiento de Asti, el tatarabuelo Giuseppe Bergoglio nació en 1816 en la aldea de Schierano, mientras que la tatarabuela Gioacchino Maria, hija de Antonio, nació en 1819 en Cocconato d’Asti.
Su abuelo, Giovanni Bergoglio (1884) emigró a Turín en 1906 y se casó con Rosa Vassallo, natural de Piana Crixia (Liguria), mientras que el padre del pontífice, Mario Bergoglio, nació en Turín en 1908, la familia volvió a Asti, donde abrió una tienda de ultramarinos antes de emigrar a Argentina.
El padre y la madre del papa, Regina Sivori, de Savona (Liguria), y los abuelos del futuro pontífice partieron hacia Buenos Aires el 1 de febrero de 1929.
EFE