La financiación para las campañas de los comicios de noviembre próximo estarán entre un 30 y un 50% más alto que en 2018.
«Hay dos cosas importantes en política. La primera es el dinero y no recuerdo la segunda». La frase, atribuida al senador republicano Mark Hanna en 1895, sigue vigente en 2022, un año en el que se prevé que la financiación de las campañas de las legislativas de EE.UU. alcance cotas inéditas.
La organización OpenSecrets, que hace un seguimiento al dinero empleado en política y a su impacto en las elecciones, calcula que el costo de estos comicios de medio mandato, que se celebrarán el 8 de noviembre, superará los 9.300 millones de dólares.
De esa cantidad, según su estimación, se han gastado ya 4.800 millones, un 55,83 % por parte de los republicanos, actualmente en la oposición, y un 42,6 % por parte de los demócratas.
El gobierno del presidente Joe Biden se juega su control del Congreso cuando en noviembre se renueven los 435 escaños de la Cámara de Representantes y poco más de un tercio de los del Senado, y la posibilidad de que ambas cámaras cambien de color político, del azul demócrata al rojo republicano, ha impulsado el coste.
«Es un sector a prueba de recesión», bromea Michael Toner, abogado y expresidente de la Comisión de Elecciones Federales (2002-2007), que destacó a la agencia EFE que estos récords se superan en cada ciclo. En las legislativas de 2018 se gastaron 7.100 millones.
La polarización del país, el ajustado margen previsto en las encuestas y la sentencia de enero de 2021 del Tribunal Supremo, que revocó un fallo que desde hacía dos décadas fijaba límites a la capacidad de empresas y sindicatos para financiar las campañas de los partidos en elecciones federales, explican el aumento.
Y, también, que actualmente sea «mucho más caro comunicar a gran escala», añade el experto.
Una carrera cuesta arriba para el Partido Demócrata
A menos de tres semanas de las legislativas, la media ponderada de sondeos FiveThirtyEight da a los demócratas un 55 % de posibilidades de mantener el control del Senado y solo un 19 % de hacerlo en la Cámara de Representantes.
A estas mismas alturas en 2018, los candidatos a la Cámara de Representantes habían gastado un 30 % menos que ahora, y la mitad quienes aspiraban al Senado. El mayor contribuyente individual ha sido el inversor y filántropo George Soros, que ha aportado 128,4 millones a los demócratas.
Mención aparte merecen los llamados Súper Comités de Acción Política (Súper PACs), surgidos en 2010. Grupos de apoyo que pueden recaudar y gastar cantidades ilimitadas pero tienen vetado donar ese dinero directamente a un aspirante y coordinarse con él.
Hasta esta semana, según OpenSecrets, 2.394 Súper PACs indicaron haber ingresado poco más de 2.000 millones de dólares y haber gastado ya la mitad.
«A menudo están gestionados por alguien cercano al candidato, alguien de su antigua equipo, por ejemplo. Y en algunos casos están fundados por un familiar. El padre rico de un candidato no puede donarle directamente un millón, pero sí dárselo a un Súper PAC que beneficie a su hijo», señala a la agencia EFE Andrew Mayersohn, investigador de OpenSecrets.
La independencia de esas entidades respecto a su beneficiario es por tanto relativa, agrega. «Esa palabra significa algo distinto para un abogado o un inversor que para un ciudadano cualquiera que se pregunta quién está detrás de los anuncios que ve en televisión».
Son grupos como Senate Leadership Fund, el que más dinero ha recaudado, con casi 225 millones en favor de los republicanos. O como Congressional Leadership Fund, que le sigue en la lista con 220 millones, y Senate Majority PAC (164), en favor en este último caso de los progresistas.
«Definitivamente han ayudado a impulsar este nivel de gasto sin precedentes. Y no contribuyen a un ambiente positivo de campaña, ya que tienden a hacer anuncios más agresivos que los candidatos porque no se tienen que preocupar por manchar su imagen de la misma manera en que lo haría un aspirante», sostiene Mayershohn.
Cada PAC defiende sus propios intereses y no faltan caras conocidas a sus espaldas. La actriz y militante Jane Fonda ha fundado Jane Fonda Climate PAC con el objetivo explícito de «hacer lo necesario para derrotar a los partidarios de los combustibles fósiles«.
Detrás de la financiación de muchos candidatos también hay organizaciones importantes como Planned Parenthood, que ha abierto un fondo para apoyar a aspirantes que defiendan una legislación federal que vuelva a proteger el derecho al aborto tras la sentencia contraria del Supremo.
Pero una mayor regulación no parece estar a la orden del día. Los senadores republicanos, por ejemplo, bloquearon en septiembre un proyecto de ley que hubiera obligado a esos comités y a otras organizaciones a revelar la identidad de los donantes que les entreguen 10.000 dólares o más durante la temporada electoral.
«Esto es un poco como el Lejano Oeste», recalca el expresidente de la Comisión de Elecciones Federales, que considera, sin embargo, que ya hay «suficientes normativas» pese a las particularidades del país, que hacen que por ejemplo la duración de la campaña no esté delimitada y sea prácticamente «un maratón».
Fuente: EFE