Flores, banderas, mucha policía y medidas de prevención contra la COVID llevadas al paroxismo caracterizan el escenario del XX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), que comienza el domingo en un Beijing completamente blindado por dentro y vedado al resto del país.
Las calles de la capital muestran un amplio despliegue policial y fuertes medidas de seguridad, más palpables en las inmediaciones de la céntrica plaza de Tiananmen donde se halla el Gran Salón del Pueblo.
El recinto acogerá la cita quinquenal que reunirá alrededor de 2.300 delegados del PCCh y en la que se espera que el líder de la formación y presidente del país, Xi Jinping, obtenga un tercer mandato inédito entre sus más recientes predecesores.
Parte del núcleo duro de la dirección política, el llamado Buró Político, verá cambios y su nueva configuración determinará la línea ideológica del partido y del gobierno del país en el próximo período.
Al mismo tiempo, puntos de la ciudad como las arterias que rodean su centro neurálgico se han engalanado con banderas y decoraciones florales para mostrar su cara más cautivadora en una semana en la que todos los ojos mirarán a Beijing.
Según medios locales, la provincia de Hebei, que rodea a Beijing, recibió la orden de limitar la producción de su industria de acero para garantizar unos aún por verse cielos azules de cara al congreso.
Controles para asegurarlos a todos
Los principales cruces de la ciudad han visto como la anárquica circulación de las motos eléctricas manejadas por los delivery de golpe se ha mesurado ante la presencia policial en casi cada esquina.
«Iba en bicicleta a casa y cuando me detuve en el 4º anillo de circunvalación la policía revisó al azar mi identificación», declaró una joven en Beijing, y no fue la única.
La policía ha establecido también puestos de control y podrá restringir el acceso a las estaciones de metro más concurridas y cercanas a los principales focos de interés durante la celebración del congreso.
En ocasiones anteriores, los comercios, bares y restaurantes se han visto afectados por este tipo de eventos, con órdenes de limitar su aforo y horarios de apertura, e incluso de cerrar.
Sin embargo, según Rodrigo, socio de un restaurante de comida mexicana ubicado en un emblemático edificio en pleno centro, «este año no nos han dicho nada, pero se siente cómo la gente no sale«.
Trabas para entrar a Beijing
Las medidas de control se extienden también hacia afuera, con muchos ciudadanos enfrentando dificultades para poder regresar a Beijing.
Numerosos residentes que viajaron durante la semana de vacaciones por el Día Nacional a principios de octubre quedaron varados después de recibir una notificación de la aplicación móvil de seguimiento COVID que les impedía abordar trenes o vuelos de regreso a la ciudad.
«Por favor, retrase su viaje de regreso a Beijing hasta que se descarten los riesgos relacionados con la COVID», rezaba la notificación que recibieron miles de viajeros en los últimos días mientras intentaban volver a sus hogares.
«Después de pelear durante 24 horas con las autoridades, me quitaron el aviso de la aplicación una hora después de que saliera mi tren de vuelta a Beijing, el cual obviamente no pude tomar, lo que me obligó a retrasar mi regreso», contó una joven española de viaje en la ciudad sureña de Qingtian.
Ante esta situación, muchos afectados dejaron mensajes desesperados de ayuda en Weibo, el «Twitter chino», pero estos comentarios fueron censurados el lunes.
Algunos de los que lograron llegar, además, recibieron una notificación en su aplicación de seguimiento covid que les exigía someterse a múltiples pruebas de PCR para acceder a espacios públicos, a pesar de que provenían de áreas sin casos.
Productos vetados
Estas medidas, que buscan asegurar un congreso tranquilo, sin sorpresas y sin protestas, se extienden incluso a los envíos por correo.
Las autoridades están exigiendo inspecciones más exhaustivas de los envíos con destino a Beijing, lo que está provocando demoras, a la vez que las empresas de mensajería están rechazando los paquetes con productos frescos, refrigerados o congelados.
También se ha restringido el manejo de productos químicos peligrosos e inflamables, lo que ha ocasionado que algunos colegios y facultades tuvieran que precintar los armarios que contenían estos materiales para las clases de química.
Un blindaje que se suma a las ya de por sí draconianas medidas impuestas desde el inicio de la pandemia por la política «cero covid dinámico» y que provocan fuertes restricciones a los periodistas para cubrir el XX Congreso.
En la última semana, Beijing reportó un total de 94 casos confirmados (73 sintomáticos y 21 asintomáticos), lo que ha despertado inquietud entre los residentes de la capital, temerosos de que estos nuevos positivos puedan ser usados como excusa para imponer más restricciones aprovechando el cónclave.
Cansancio y críticas de la población
A pesar del amplio despliegue propagandístico, se notan las críticas y disconformidades con la política económica y las medidas de tolerancia cero del COVID. Los cierres de ciudades y los testeos masivos ya tienen a la gente agotada.
Incluso, inusuales actos de rebeldía se dan lugar en la capital. Las imágenes de una pancarta criticando a Xi y su control férreo, y reivindicando libertad y comida, han saltado a las redes sociales en China.
Expectativas diversas ante un evento que, seguramente, no deja indiferente a nadie. Habrá quien piense que el país vive una época histórica con Xi al frente de una nación que despierta a pasos agigantados, y habrá quien ansíe cambios y nuevos aires de apertura real.
Fuente: EFE y RFI