El Ministerio de Defensa ruso reconoció la retirada para pasar a «posiciones más ventajosas».
Un día después de que Vladimir Putin montara un show para firmar la anexión de cuatro regiones ucranianas tras un discurso en el que instó a Kiev a «cesar inmediatamente las hostilidades» y a negociar, tropas rusas se retiraron este sábado del bastión prorruso de Limán, en la región de Donetsk, para evitar ser cercadas totalmente por el Ejército ucraniano.
«Debido al riesgo de ser cercados, las fuerzas aliadas han sido retiradas de la localidad de Limán a posiciones más ventajosas», señala el comunicado del Ministerio de Defensa de Rusia, que admite así su segunda gran derrota en el último mes en Ucrania.
Limán, bajo control ruso desde mayo, es un importante nudo ferroviario que conduce tanto a los bastiones ucranianos en Donetsk como a la zona prorrusa en la vecina Lugansk.
La nota oficial de Rusia destaca que la artillería rusa ha causado numerosas bajas a las brigadas mecanizadas ucranianas 66 y 93, además de destruir tanques y otros vehículos militares. Pero admitió que, «pese a las pérdidas sufridas, al disponer de superioridad en fuerzas y recursos, el enemigo introdujo refuerzos y continuó su ofensiva en esa dirección».
Según la administración leal a Kiev, en Limán se encontraban unos 5.000 hombres, aunque ni Moscú ni los prorrusos han precisado ninguna cifra.
Antes de firmar el viernes el tratado de anexión en el Kremlin, el líder de la autoproclamada república popular de Donetsk, Denís Pushilin, informó de que había recibido «noticias alarmantes» de Limán.
Los prorrusos confirmaron este sábado los intentos rusos de «desbloquear» la ciudad con intensos bombardeos por parte de las fuerzas del Distrito Militar del Sur. Esta la segunda gran derrota sufrida por el Ejército ruso y las milicias prorrusas en el último mes.
El pasado 8 de septiembre las fuerzas rusas también tuvieron que retirarse de la región nororiental de Járkov, lo que allanó el camino para que los ucranianos avanzaran hacia Limán.
Ese revés, que se suma al repliegue del norte de Kiev en abril, causó un gran malestar entre los ultranacionalistas rusos y provocó el decreto de movilización parcial firmado a mediados de mes por el presidente ruso, Vladímir Putin.
El show de Putin en el Kremlin
Putin y los cuatro dirigentes de Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia firmaron cada uno a su turno los documentos de anexión ante un público compuesto de miembros del gobierno, diputados y senadores y otros miembros de la élite política, antes de tomarse de la mano y corear al unísono «¡Rusia!» .
«Los habitantes de Lugansk y Donetsk, Jersón y Zaporiyia se convierten en nuestros ciudadanos para siempre», afirmó Putin. «La gente votó por nuestro futuro común», agregó.
«Defenderemos nuestra tierra con todas las fuerzas y medios a nuestro alcance, lo haremos todo para garantizar la vida segura de nuestra gente, es la gran misión de liberación de nuestro pueblo», afirmó Putin, quien señaló que no discutirá la elección hecha por estos «pueblos», a los que «Rusia no traicionará».
La anexión llega después de los referendos celebrados del 23 al 27 de septiembre en las regiones ocupadas de Donetsk y Lugansk, en el este, y Jersón y Zaporiyia en el sur, denunciados como «farsas» por Kiev y sus aliados.
En su discurso antes de la firma de la anexión, Putin instó a Ucrania a cesar las hostilidades. «Instamos al régimen de Kiev a cesar inmediatamente los disparos, todas las hostilidades y volver a la mesa de negociaciones», expresó Putin en el Kremlin ante funcionarios de gobierno, los diputados y senadores y otros representantes del Estado.
Sin una victoria que mostrar, tras casi ocho meses de guerra, y con la reciente e impopular movilización de 300 mil hombres para ir a combatir al frente y dar vuelta la guerra, Putin montó este viernes un show, con concierto en la Plaza Roja incluido, para desplegar una victoria ficticia: la anexión de cuatro regiones de Ucrania, que equivalen al 15% del país.
Con información de la Agencia EFE